Borrando el enfado

No lo había hecho a posta pero el trabajo le había ocupado todo el día y ni siquiera pudo darse cuenta de la fecha que era, tan absorbido como estaba, olvidó la fecha especial de ellos dos, la que celebraban mes tras mes, contando no los años juntos sino los meses, porque tan importantes eran para ellos como los años.

Por eso entendía que estuviera enfadada. Seguramente estaría esperándolo, a pesar de la hora, a pesar de que ya se había pasado su día, enfadada con razón.

Abrió la puerta y cerró con cuidado. No quería molestarla mucho, quizás se había acabado por dormir y hasta el día siguiente no tendría que lidiar con ella. Pero no, las luces en el salón, parpadeando extrañas, le hicieron acudir allí y ver la mesa colocada para dos con velas encendidas. Se mordió el labio inferior y soltó el maletín yendo a su habitación.

Allí estaba ella, dormida, aún con el vestido negro escotado puesto, tumbada dulcemente en la cama. Él se acercó y tuvo cuidado de no molestarla sentándose a su lado para besarle el cabello. El suave roce del pelo entre sus dedos lo erizaba y excitaba.

• Llegas tarde… – Murmuró una voz soñolienta.

Se inclinó para besarla mientras dejaba que sus labios fueran los que le dijeran a la otra persona lo mucho que lo sentía, mientras sus manos se ocupaban de deshacerse del vestido y de demostrarle lo mucho que lo sentía con su propio cuerpo. Iba a ser una noche muy larga…