Un paso más

Lo pasaba bien con él. Desde que los dos habían dado el paso las cosas iban cada vez a mejor. Ya casi no pasaban tiempo a solas, siempre encontrando cosas que hacer entre los dos. Hasta cuando uno de ellos enfermara el otro se quedaba con él cuidándolo. Por eso parecían uno solo.

Llevaban saliendo varios meses y durante ese tiempo ambos compaginaban sus trabajos, vidas y momentos para estar juntos.

Su primera noche, tras un año, debía ser especial. Y por eso el lugar había sido decorado para esa noche, y el menú realizado con productos afrodisiacos para estimular su ya activa sexualidad. Por eso habían acabado sin probar el postre en la cama, y por eso era ella quien se convertía en ese momento en el postre de él.

Ella tumbada en la cama, desnuda, con varias zonas cubiertas de nata montada y él observándola, acercándose como un lobo hambriento para abrir su boca y retirar con la lengua ese dulce manjar que ella probaba de los labios de él cuando se le acercaba. No podía esperar a sentir esa lengua suya en una zona más íntima, caliente y húmeda cubierta por nata. ¿Podría resistirse a él o tendría que retirarlo? Eso dependía de cómo fuera él y, según sabía por experiencia, era bueno con el sexo…

Sintió las manos de él en sus muslos abriéndose más. Notaba el aliento caliente saliendo de él y podía verlo lamiendo la nata pero no lo notaba todavía… ¿Cuánto tormento tendría que soportar? Como si él supiera lo que necesitaba, y olvidando la nata, su boca se cerró con prisa sobre su clítoris lamiendo con la lengua por abajo. No le dio tiempo ni a retirarlo cuando los espasmos le acontecieron y su cuerpo explotó. Era tarde, su orgasmo llegaba. Ya está aquí.