En la oscuridad del cine II

21 de octubre de 2014 por Encarni Arcoya | Posteado en Encarni Arcoya, Relatos eróticos.

Sonrió ella a la pantalla, ni una vez bajando los ojos; lo conocía bastante bien. Pero su cuerpo ya lo deseaba. La mano se cerró sobre él acariciándole suavemente de arriba a abajo. Posó la palma e hizo círculos a su alrededor para estimularlo, objetivo conseguido al retirarla pues impregnada estaba de un líquido que le sirvió de lubricación para seguir frotando con su mano ese tesoro.

El susurro de la voz de él, pidiéndole que se detuviera le hizo hacer un mohín. No quería detenerse, notaba el calor emanar de esa zona, todo su cuerpo tensionado, pendiente solo de sus movimientos. Le encantaba tenerlo en ese estado. Así que lo pasó por alto. Apretó su mano con firmeza y empezó a moverse rítmicamente, acompasada, unas veces rápido, otras lento. Notaba cómo él se aferraba al asiento, cómo sus caderas querían moverse al mismo ritmo pero se contenían, y cómo su otra mano la aferraba con fuerza, atándola a él.

No pudo evitar querer llevarlo al final. Quería ser mala y dejarlo así, no continuar, pero ya era mayor su deseo que sus ganas. Él estaba a punto, ya no controlaría lo que iba a ocurrir; mucho menos cuando ella se inclinó y depositó toda su lanza en su boca, el estímulo idóneo para que él no pudiera más y explotara en su boca nada más sentirla, llenándola, vaciándose, un intercambio entre ambos y un cansancio sobrevenido para él.

Lo había lamido, limpiado y acariciado en un momento en que estaba tan sensible que esos roces le habían hecho querer volver a explotar. Lo había hecho, y quedaba satisfecho, satisfecho de esa diablura que su mujer acababa de hacer.



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