Pillado desprevenido

10 de septiembre de 2014 por Encarni Arcoya | Posteado en Encarni Arcoya, Relatos eróticos.

Estaba intranquilo, y eso no solía ocurrirle a menudo. Pero en esa ocasión se sentía muy inquieto, su cuerpo parecía arder pese a estar en invierno. Y sus piernas era como si estuvieran sudando. Notaba una humedad en ellas y después calor, mucho calor. Intentó moverse sin resultado y eso le frustró. ¿Por qué no podía moverse?

Ya el sueño empezaba a difuminarse y daba paso a un enfado. ¿Se había enredado con la sábana y por eso estaba así. Abrió como pudo un ojo, luego el otro, y sintió algo más en su cuerpo, algo que no esperaba pero que empezaba a dejarlo sin fuerzas. De su boca escapó un gemido de placer cuando sintió su miembro introducirse en un lugar caliente y húmedo a la vez, un lugar que jugueteaba con una lengua que conocía muy bien.

Ahora notaba dos puntos calientes en sus muslos sin apenas presionarle pero sí sirviéndole de calor constante pero no era eso lo que más ardiendo lo tenía sino la boca que empezaba a introducirse su ya hinchado y duro pene en su interior, lentamente en una dolorosa agonía que no se merecía.

Cogió la sábana en un puño y la empujó a un lado para encontrar a ella, todavía con él en la boca, el pelo alborotado, su mirada infantil y con un puchero en el rostro. Si hasta le daba pena haberse despertado después de verla así. Pena hasta que su boca se apretó empujando hacia fuera y haciendo que la cabeza de él fuera hacia atrás, las caderas se levantaran mientras aguantaba la succión de ella hasta que lo soltó.

  • Buenos días cariño… – ¿Buenos? ¿Qué tenía de buenos levantarse con una diablesa?



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