No es poco frecuente que me encuentre en consulta con mujeres que tienen problemas para llegar al orgasmo. Algunas comentan que jamás han llegado y que no saben ni siquiera cómo se siente uno. Otras comentan que llegan a veces, pero solo cuando están solas, nunca en pareja. Otras dicen que depende del día, que hay días que sin problemas, y otros que no hay manera.
Quizá os suene la campaña publicitaria que ha lanzado hace relativamente poco una conocida marca de productos de salud sexual, en la que se ve a una “asesora sexual” hablando con diferentes parejas y preguntándoles sobre sus vidas sexuales.
Todas las parejas comentan que “bueno, no está mal, pero no es para tirar cohetes”. Una se pregunta por qué no han puesto remedio a esa “cosa anodina que llaman sexo” antes. Pero bueno, es cierto que muchas veces ni siquiera reflexionamos sobre el sexo (mal hecho), simplemente lo tenemos, nos lo pasamos más o menos bien, nos sentimos a gusto, y día a día se nos va volviendo algo agradable, pero rutinario. Como sentarse en el sofá delante de la tele, es agradable, pero no mata.
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