Excitándote

Le temblaba todo el cuerpo ante lo que iba a hacer, y cómo… Pero lo había preparado todo, y no quería desperdiciar el momento. Por eso le había cedido que se duchara primero él. Ahora le tocaba a ella dar el paso, pillarlo desprevenido y probar algo especial que sus amigas le habían dicho.

Todavía se ponía roja cada vez que recordaba las experiencias que sus amigas habían tenido en los baños con sus parejas. Y ella como una tonta ruborizado por cada una de las prácticas de la otra.

En silencio, lo más despacio que pudo, abrió la puerta del baño y la cerró. Tapada con una bata de satén en verde, se desanudó el nudo y dejó que ésta se cayera por sus hombros y brazos aterrizando en el suelo. No llevaba nada más. O mejor dicho, nada de ropa porque sus pezones y el monte de venus estaba decorado con algo de joyería erótica que había decidido utilizar para tentarlo algo más.

Solo quería que él la viera, cansada de la rutina, que el trabajo fuera lo único en lo que acababan hablando. Era hora de tomar cartas en el asunto y avivar la llama que había entre ellos. Como fuera.

Se acercó hasta la puerta de la ducha donde su hombre estaba ocupado duchándose, respiró hondo y abrió la puerta. La corriente de aire frío le hizo a él darse la vuelta y contemplarla con la boca abierta.

• Tengo frío… ¿me calientas? – Dijo a media voz, la cabeza prácticamente agachada para que no viera la rojez de su cara en ese momento.