Son muchos los clientes que vienen a la tienda pidiendo perfumes o lubricantes con feromonas, pero son pocos los que realmente saben qué es lo que están comprando y qué efectos puede tener.

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Muchos hombres y mujeres que se encuentran en una relación de pareja estable sueñan y fantasean con la posibilidad de tener relaciones con otra persona que no sea esa persona con la que conviven o a la que le han prometido fidelidad y exclusividad.

Y eso no significa que no deseen a sus parejas. No significa que ya no las quieran o que quieran cambiar de pareja. Ni siquiera significa que quieran tener aventuras frecuentes fuera de la pareja.

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No es poco frecuente que me encuentre en consulta con mujeres que tienen problemas para llegar al orgasmo. Algunas comentan que jamás han llegado y que no saben ni siquiera cómo se siente uno. Otras comentan que llegan a veces, pero solo cuando están solas, nunca en pareja. Otras dicen que depende del día, que hay días que sin problemas, y otros que no hay manera.

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Quizá os suene la campaña publicitaria que ha lanzado hace relativamente poco una conocida marca de productos de salud sexual, en la que se ve a una “asesora sexual” hablando con diferentes parejas y preguntándoles sobre sus vidas sexuales.

Todas las parejas comentan que “bueno, no está mal, pero no es para tirar cohetes”. Una se pregunta por qué no han puesto remedio a esa “cosa anodina que llaman sexo” antes. Pero bueno, es cierto que muchas veces ni siquiera reflexionamos sobre el sexo (mal hecho), simplemente lo tenemos, nos lo pasamos más o menos bien, nos sentimos a gusto, y día a día se nos va volviendo algo agradable, pero rutinario. Como sentarse en el sofá delante de la tele, es agradable, pero no mata.

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Si bien es cierto que no podemos darnos un baño cada día (por motivos ecológicos y de tiempo), dedicar una vez al mes a darnos un buen baño relajante en casa es uno de los grandes placeres que puede ofrecerte tu hogar.

Pero además de los efectos relajantes, el baño caliente puede ser un buen momento para activarte sexualmente, tanto solo/a como en pareja.

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El dolor en la penetración es un problema bastante común entre las mujeres. La causa no está clara, aunque parece que tiene un componente combinado de tensión muscular vaginal y un componente psicológico.

Cuando estamos nerviosas nuestro cuerpo se tensiona, y también lo hacen nuestros músculos vaginales. Cuando estamos en tensión, pues, es fácil que la penetración duela, ya que los músculos vaginales están “cerrados” y contraídos para que no pueda entrar nada. Si forzamos, el dolor será mayor y cada vez nos pondremos más nerviosas ante la perspectiva de la penetración, entrando en un círculo vicioso de dolor-nerviosismo.

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