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Entrevista a Marta: “Me excita sentirme sometida…”

marzo 13th, 2013 by Judith Viudes | No Comments | Filed in Entrevistas Factor Mujer, Relatos eróticos
“Marta es una estudiante universitaria de 25 años, simpática, guapísima y con una personalidad muy cautivadora. En esta entrevista exclusiva para Factor Mujer, nos cuenta su experiencia personal al sentirse sometida en sus relaciones sexuales”. 

-Bueno Marta, lo primero muchas gracias por acceder a esta entrevista. Y para empezar ya a romper el hielo, cuéntanos ¿en que momento de tu vida empiezas a excitarte concretamente con la sumisión?

Bueno… Lo mío viene de largo. Desde pequeña, antes de tener relaciones sexuales, ya me empezaron a excitar escenas de sexo bruto, donde el hombre estaba claramente por encima de la mujer y hacia uso de su fuerza para hacer y deshacer a su antojo, mientras ella sólo se dejaba que le hiciera

 A la hora de masturbarme empezaba pensando en cosas “normales” y a medida que me iba excitando la historia en mi mente iba volviéndose más y más agresiva… hasta el final. Era algo que no podía (ni puedo) evitar.

Te sorprendería saber a cuantas mujeres les excita imaginarse en una situación sexual viéndose sometidas a cierta “agresividad”, aunque voluntaria.

Bien, ¿recuerdas la primera vez que te sentiste sometida a las “ordenes” de otra persona? Cuéntanos como fue tu experiencia.

Sí, a los 19 años casualmente topé y empecé a salir con una persona que le gustaba. Fue algo que totalmente fluyó solo. Básicamente él en ningún momento me dijo que fuera así, ni yo le ponía pegas a lo que me hacía. Supongo que a la hora de acostarnos nos dejábamos llevar y acabábamos como acabábamos…

Recuerdo claramente la primera vez que me obligó a arrodillarme delante de él con las manos cogidas a la espalda. Y al comenzar con sexo oral me tiraba del pelo para que lo mirara a la cara y me ordenaba lo que quería que fuera haciendo mientras tanto, o simplemente me recordaba que yo sólo estaba allí para hacerle sentir placer a él. Esa es la imagen más nítida que tengo del principio, cuando él ya había dejado clara la jerarquía.

-Entiendo, a ambos os gustaba lo que os hacía sentir cada uno desde su posición.

Y ¿Qué te hizo seguir introduciéndote en esta práctica?

Bueno en mi caso lo tenía fácil para repetir porque mantuve con esa persona una relación de dos años. Era una práctica que me encantaba y ya no quería volver al sexo convencional. Como era de esperar la cosa cada vez iba a más, pero a la vez teníamos mas complicidad y confianza, algo esencial para que para mí esto no suponga una mala experiencia.

-Exactamente, la confianza es la base.

En tu caso, ¿qué práctica te gusta que te hagan? Y ¿Qué te gusta que te digan?

Pues me pone muchísimo que me cojan de la cara y me besen, que me laman los labios, me sube un escalofrío que cuando voy loca a besarle se aparte y me diga que NO.

Me encanta que me pida que abra la boca y saque la lengua mirándole de rodillas y él coja su pene y empuje cogiéndome de la cabeza con fuerza. Intentar tirar para atrás mi cabeza y que siga haciendo más fuerza hasta que me deje coger aire al límite de ahogarme. También me excita que me coja la cara, me haga abrir la boca y escupa.

Que me tenga cogida del cuello antes de penetrarme y me tenga rogándole que me penetre ya, y él me diga que no, que se hará cuando él quiera. Entonces que me pregunte si lo he entendido y decirle apenas un “si” de lo excitada que estoy (que él sabe que en ese momento le digo que sí a todo), y verle la cara tan seria con la que me mira, esa mirada dura sin un ápice de compasión. Y cuando él decide, que me penetre muy poquito y vea como me cambia la cara de placer y sonría. Pedirle más, que me penetre del todo y él me diga que no de nuevo, que aun no, que todavía no ha terminado de hacerme sufrir.

Me pone que me tape la boca para ahogar mis gemidos, incluso que me ordene callar. Me encanta el “shhhh” cuando me penetra con fuerza y es casi imposible callarse, ya sea medio por placer, medio por dolor.

También me gusta que me hable, que me recuerde que soy suya. O que al verme que llego al orgasmo me prohíba tenerlo. Cuando esté a punto de llegar que pare, en ese momento siento una sensación de tener todo el cuerpo súper sensible y no consigo correrme. De tal forma que cuando vuelva, estaré a punto de correrme, sólo con que me roce un poco, y que vuelva a prohibírmelo me correré. Que me haga aguantar hasta que por fin escuche las palabras mágicas “córrete puta” y experimento el mejor orgasmo de mi vida, literalmente. Entonces tengo todo el cuerpo extremadamente sensible y haga lo que me haga, muerda donde me muerda, coja donde me coja, pegue donde me pegue… todo lo noto descomunalmente placentero, es increíble.

-Estoy segura que estas situaciones que nos describes son de lo más excitantes para algunas mujeres y también para algunos hombres. Son situaciones basadas en una confianza y comunicación mutua admirable que sólo se puede entender realmente desde dentro.

Vuelve a recordar esos momentos, ¿Qué sientes cuándo estás en esa situación tan erótica para ti? ¿Qué pensamientos viajan por tu mente en ese preciso momento?

En ese momento me siento suya completamente, y eso me encanta. Pienso que no le diría que no a nada en esos momentos… quiero obedecerle en todo lo que me diga. Quiero satisfacerle…

También pienso en el placer que estará sintiendo él al tener ese control sobre mi, en realidad me preocupa sólo su placer, sentir lo excitado que está es lo que hace que me excite yo más y llegue al orgasmo.

-Entiendo, su placer es el tuyo y viceversa.

¿Hubieras imaginado alguna vez que te excitaría fuertemente esta orientación erótica? ¿Por qué?

Sí, porque es algo que te das cuenta pronto que te gusta. A lo mejor hay gente que no lo practica pero sabe que le excita. Cuando tu propia imaginación por si sola termina en alguna situación de dominación o sumisión, en tus fantasías sexuales por ejemplo.  Yo ya te digo que me di cuenta rápido… aunque mi primera experiencia fue a los 19.

Por ejemplo, después estuve con otro chico que jamás había dominado a una chica en la cama. Poco a poco le fui guiando o “pervirtiendo” y terminamos teniendo una relación igual.  Al tiempo, cuando ya no estábamos juntos, me confesó que ahora se aburría en la cama teniendo sexo convencional con las demás chicas.

-Entiendo. Una vez que lo has probado y has sentidos experiencias nuevas, muy placenteras distintas a las habituales y con las que te sientes identificado/a,  es como que el resto ya no es lo mismo. La experiencia enriquece.

 ¿Nos describirías una situación de sumisión inolvidable?

Por supuesto. Conocí a una persona muy especial y enseguida conectamos, luego nos dimos cuenta de que nos gustaba lo mismo también sexualmente. Jamás olvidaré cuando nos acostamos por primera vez… Como me cogía, como me besaba, como me humillaba.

Me tenía rogándole que me hiciera el amor muchísimo tiempo, hasta que no podía más y me penetraba cogiéndome con fuerza por la cintura hasta dejarme sus dedos marcados y haciendo daño. Pero por más que le pedía que parara, que me hacia daño, más fuerte lo hacía y me decía que le daba absolutamente igual. Me ponía a cuatro patas y me azotaba fuerte el culo hasta dejarme la mano marcada y no le importaban mis gritos. Yo intentaba cogerle los brazos para que parara pero me agarraba de las muñecas con fuerza y las ponía en mi espalda inmovilizándome.

Yo jugaba a forcejear un poco hasta que se hartaba y me ataba las manos, me daba la vuelta y me tapaba la boca diciéndome “no quiero ni oírte zorra, ¿te vas a callar? ¿te vas a portar bien?”. Yo afirmaba con la cabeza, y él me decía “te voy a quitar la mano de la boca y quiero que estés calladita”. Cuando la quitaba comenzaba a penetrarme fuerte y rápido y yo creía que moría, cerraba la boca con fuerza para no soltar ni un gemido porque tenía que obedecerle, y si no lo conseguía se enfadaba y me azotaba las nalgas, me cogía de la cara y me decía “¡¡shhhh!!”.

Recuerdo que cogía mis braguitas y me las metía en la boca, mientras de la fuerza por aguantarme a mi se me saltaban las lagrimas. Él me miraba con seriedad y me decía “¿¿ves lo que me obligas a hacer por no obedecerme?? ¡Me obligas a castigarte!”. Entonces me tumbaba boca abajo, yo totalmente inmovilizada y humillada y hacia conmigo lo que quería… hasta que se aburría  y se ponía encima de mi cara, me agarraba fuerte del pelo y se corría encima. Después me dejaba así, llena de semen y saliva mientras él se relajaba…

-Muchas situaciones pueden ser difíciles de soportar aunque siempre son de consentimiento mutuo, pero ¿Has pasado un miedo considerable en algún momento? ¿Por qué?

Debo reconocer que sí.

Aunque como he dicho anteriormente es esencial para mi que haya una complicidad y saber que hay respeto mutuo, en alguna ocasión la cosa se ha ido de las manos. No se decir exactamente porque, si fue un gesto de su cara, si fue culpa mía que vi cosas donde no las había… pero alguna que otra vez he dudado de si iba a hacerme daño de verdad. Y que te entre ese miedo estando inmovilizada y sabiendo que no puedes hacer nada es algo horrible, y hace que se magnifique increíblemente el agobio.

Además claro, piensa que estás jugando todo el tiempo a que quieres desatarte, o que te deje tranquila cuando en realidad tanto tú como él sabéis que es “mentira”, un juego. Pero cuando te entra esa inseguridad por mucho que fuerces o le digas en serio que quieres que pare, no lo hace, y no se pasa un buen rato la verdad. Yo en alguna ocasión he llegado a pasarlo muy mal.

-Entiendo y por eso llegados a este punto de la entrevista tengo que preguntarte, ¿fuera del ámbito sexual te consideras una persona sumisa? o ¿sólo se trata de una orientación sexual que te excita?

Te lo tengo que comentar porque bien sabes que existen aun muchas mujeres que relacionan el BDSM y el “rol sumiso” con una falta de respeto, de valía, incluso de machismo.
Hay muchísimas personas que les cuesta encajar que solamente es una orientación sexual donde ambas personas se identifican y llegan a un acuerdo pactado donde no se hace nada que la otra persona no quiera o consienta.

Claro ¡Es una orientación… por supuesto!

De hecho, en mi vida cotidiana soy una mujer con un carácter bastante fuerte. Jamás permitiría que se me faltara al respeto. De hecho al mínimo indicio de acto machista en serio o cualquier falta de respeto, freno  y pongo las cosas claras.

En esta practica las dos partes tienen que pasarlo bien y sentirse cómodas, tranquilas e identificadas. Es complicidad y disfrute mutuo.  Aquí nadie se está aprovechando de nadie.

-Gracias por aclararlo, insisto en que es una parte clave que todo el mundo tiene que tener clara.

Y bueno, cuéntanos ¿cómo pudiste encontrar a alguien que le gusta ejercer la dominación en el ámbito sexual? Seguro que hay mucha gente que quiere empezar a introducirse en esta práctica y no sabe muy bien por dónde tirar o a dónde ir.

El consejo que yo le doy a la gente, aunque suene muy típico, es que tenga comunicación. Es algo que se puede hablar abiertamente si hay confianza, y se sorprenderían de la mucha gente que hay y les excita esa orientación.

Hablar, probar… considero que en el sexo es algo esencial. Ese es mi consejo, más que ir por ahí pidiendo que te dominen, mas que nada porque a mi no me gusta que lo haga un hombre cualquiera que no conozca o no tenga la tranquilidad de que no va a hacerme nada que no quiera. Es obvio.

-Exacto, la complicidad y confianza de la que hablábamos anteriormente.

Y en tu caso, ¿Has practicado la sumisión con distintas personas o sólo con una persona concreta? ¿Por qué?

No lo practico con cualquiera, claro. Mas que nada porque si me ligo a un chico una noche, no puedo darle una charla antes de lo que me gusta que me hagan o como me traten. Tampoco creo que eso me cree una buena fama de cara a él. De todas formas, jamás he sido sumisa con alguien que no sepa que ante todo me respeta, y puede que no me excite verme envuelta en una situación donde me sienta utilizada en contra de mi voluntad. 

Por otro lado, supone un problema porque en el caso de tener sexo esporádico “corriente” con alguien, es como… bueno… no ha estado mal… No es lo mismo.

-Totalmente entendible. Pero, ¿sientes que si no es mediante la sumisión sexual te cuesta excitarte?

Completamente. Pero a ver me explico, me lo puedo pasar bien manteniendo una relación sexual de lo mas convencional con alguien pero me falta esa chispa, esa rabia, esa locura que sólo me hace sentir verme dominada por él.

Entiendo. La sumisión es una parte importante y altamente excitante para ti pero puedes excitarte igualmente y pasarlo bien aunque no haya ese acto de sumisión. Simplemente que tu excitación y morbo no es el mismo. Una vez que conoces y pruebas distintas experiencias es cuando puedes elegir que es lo que más te gusta y lo que menos.

 Sabes que el mundo BDSM es muy extenso y existen diversas prácticas. ¿Cuál de ellas es tu preferida? ¿Hay alguna que te gustaría probar y aun no lo has hecho?

Me excita muchísimo que me aten y me amordacen. Soy una persona muy sensible a todo, siento muchísimo placer en todo el acto sexual, y además llego al orgasmo varias veces. El sentir ese placer y estar atada y no poder hacer nada para desahogarme, gemir, coger, arañar… es algo que me mata. Y que me hagan sentir así me vuelve loca.

¿Sabes lo que me encantaría y tengo pendiente? ¡Comprarme miles de artilugios de esos de tortura! Me encanta juntar el placer con el dolor. Creo que no hay mejor sensación que sentir las dos cosas a la vez.

-Exactamente. De hecho, cuando mantenemos relaciones sexuales,  en el cerebro intervienen hasta 30 zonas distintas que tienen que ver con el tacto, el placer, la memoria y el dolor.

Y por último, ¿qué aconsejarías a nuestros lectores que se quieren introducir en este mundo?

Lo único que podría aconsejarles es que si les excita eso, que lo comenten. Quien sabe, ¡quizás a la otra persona también le guste, lo descubra y se identifique!

Por otro lado no puedo sugerir ningún medio para ponerse en contacto con gente introducida en este mundo porque no lo se. Realmente no he estado sometida a un Amo que esté metido en el mundo del BDSM, con experiencia y que pueda guiarme.

Simplemente he tenido la suerte de cruzarme con gente que le ha gustado y  claro, también porque yo lo he hablado. Es algo que me identifica  y lo he ido introduciendo en la relación poco a poco  ¡hasta que los transformo! (sonríe).

Supongo que en el fondo todos somos un poco pervertidos… (sonríe).

 Supones bien (sonrío).

Muchísimas  gracias por concederme esta entrevista y por contar tu perspectiva personal a la gente que nos sigue y nos lee en Factor Mujer.

*El nombre real del entrevistado ha sido sustituido por otro para reservar el derecho al anonimato.

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Penitencia de San Valentin

febrero 13th, 2013 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Relatos eróticos

Se encontraba atada de pies y manos después de ceder y dejarse atar para su pareja, para experimentar la búsqueda del placer de la otra persona. Y ahora que no podía moverse y debía soportar las caricias de él notaba que era muy excitante pero, a la vez, también muy nerviosa por lo que le hacía, y eso que sólo era con un plumero con lo que estaba jugando. Lo movía con suavidad sobre el cuerpo de ella haciéndole cosquillas con las plumas que bailaban sobre ella.A veces daba vueltas en un mismo punto provocándole unas sensaciones placenteras, sobre todo cuando esto lo hacía sobre el clítoris, haciéndola estar a punto del orgasmo pero sin llegar al mismo.Ni sus manos, ni el cuerpo, ni besos… No aportaba nada más, solo lo que era el plumero lo cual le hacía desear más de él, arquearse cuando el plumero empezaba a serle muy grato pero, en ese momento, él hacía que no la rozara tanto sumiéndola en una desesperación sin igual. Si solo pudiera moverse más…

La risa de él entró por todo su cuerpo haciéndola mojarse más mientras las plumas pasaban por su cuello y bajaban a sus pezones, atormentados con el paso de éstas que iban de un lado a otro sin darle respiro, con rapidez, haciendo que el propio viento creado con la velocidad, la estremeciera por el frío.

Entonces las manos de él, calientes como estaban, se presionaron contra los pechos haciéndola gritar asustada y con mayor calentura.

Fue bajando esas manos hasta llegar a los muslos y, de ahí, acercándose a su sexo, empapado, bien lubricado para él, tanto que no sintió nada al introducirle los dedos, éstos moviéndose en su interior buscando un lugar y todos a la vez, hasta que fueron atrapados y las palabras de él le sonaron al cielo: “Córrete”.

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Vestida para San Valentin

febrero 13th, 2013 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Relatos eróticos

Temía el día se San Valentin. Los últimos años ese día había sido una completa tortura por parte de su pareja pero ese en concreto no había pasado nada, cuando lo normal era que algo pasara, y claro, estaba pendiente de ello, mirando por todos los rincones. Nada.Agotada, se había dado por vencida y metido en la ducha para que el agua la relajara. Total, tampoco es que quedara mucho del día de San Valentin, y encima él estaba de viaje. 20 minutos después salía de la ducha y trataba de coger el albornoz para… Parpadeó varias veces dándose cuenta que toda su ropa había desaparecido dejando solo un tanga rojoy una nota: “Vístete”.Cogió con dos dedos el tanga que se veía minúsculo y miró alrededor, rebuscó por ropa en cualquier cajón, o toallas, lo que fuera. Nada.

Se colocó el tanga con un lazo en el trasero y abrió la puerta donde se encontró a su hombre apoyado en la espalda con los brazos cruzados. Ella, tapándose sus pechos con los suyos, lo contempló. Tenía la camisa casi desabrochada lo que dejaba ver su pecho y los pantalones tenía el botón abierto.

Él sonrió ladino mientras le indicaba con el brazo que avanzara hacia el final del pasillo. Así lo hizo, mirando de reojo hacia atrás para encontrarlo embobado con el lazo lo cual hizo que instintivamente se tapara. Si se le ocurría tirar de ahí…

Cuando llegó al final vio la habitación cubierta con sedas rojas y una cama hecha con forma de corazón con pétalos de rosa. Se había vuelto a superar… pero esa noche sería otra de las que no iba a dormir.

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Una terapia diferente

noviembre 27th, 2012 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Ideas eróticas, Relatos eróticos

fuente: ranahaksara.files.wordpress.com

Todavía no podía creerse que lo hubiera hecho. ¿Cómo había conseguido meterla en esa atracción? Encima duraba 20 minutos, 20 de espera que sabía no iba a poder soportar. Él se había sentado a su lado y miraba por las ventanas pero ella apenas podía levantar la mirada del suelo del lugar donde estaban. ¿Qué tenía de divertida una noria de columpio? ¡Si solo daba una vuelta y ya!

La mano de él acariciándole el costado hizo que temblara sin poder evitarlo. Estaba demasiado inquieta, y encima estaban a varios metros del suelo, del seguro suelo… Tenía que haberse callado lo del miedo a las alturas, quizás si se hubiera buscado otra excusa… pero no, él tenía que decir que podría curarla…

La mano de él la acarició en la mejilla empujándola levemente para que levantara la cabeza y pronto se encontró besada por él. Pero no eso conseguía quitarle el nerviosismo. Notó cómo se movía poniéndose delante de ella, arrodillado, abriéndole las piernas para situarse en ese lugar y presionar su vientre contra su centro.

Ella abrió los ojos y se apartó del beso preguntándole con la mirada, mirándolo perpleja mientras se daba cuenta que tenía las manos sujetas por las de él y ancladas al asiento. Él aprovechó para besar sus pechos, sobre la ropa, recorriéndolos con la lengua y mordiendo, quizás más fuerte de lo normal, atrapando pellizcos de carne que, si bien no dolían demasiado, si molestaban al principio.

  • Relájate… Es una terapia que voy a enseñarte para que estés tranquila. – Y con esas palabras pareciera que, a su chico, le salían cuernos y tridente… Porque el tono de voz auguraba mucho más que una relajación.

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Sorpresa de medianoche

noviembre 19th, 2012 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Ideas eróticas, Relatos eróticos
Ver los ojos de ella brillando con la felicidad ya era un pequeño tesoro que albergaría toda la vida. ¿Cómo podía ser que una persona como ella hiciera que su corazón saltara de esa manera con una sonrisa como la de ella? ¿Cómo lograba aferrarse a su mente y ser imposible concentrarse cuando no estaba cerca de ella? Aunque claro, cuando la tenía cerca no podía pensar en el trabajo, solo en el cuerpo de ella sin esa ropa que se le marcaba incesantemente y le obligaba a apartar la mirada salvo que quisiera dar un espectáculo.

Esa sonrisa suya le hacía sonreír a él, como si la inocencia de un gesto tan simple fuera en realidad una bendición. Y sus labios moviéndose… ¿Por qué no los escuchaba? ¿Por qué estaba ensimismado viendo esos labios que ahora lo tentaban abriéndose y cerrándose, mezclándose con la lengua y produciendo palabras que no llegaban a sus oídos?

  • ¿Perdón? – Agitó su cabeza para centrarse. Había sido una noche especial, una en la que las sorpresas iban de una en una, todo preparado para que fuera inolvidable. No iba a estropearlo ahora.
  • ¿Puedo probarlo? – Repitió ella, su rostro ligeramente ruborizado por tal atrevimiento, mirando fugaz a sus ojos y al objeto de deseo.
  • ¿Aquí? – Miró alrededor observando a otras personas en el restaurante. El rubor se acentuó y no pudo evitar una carcajada. Adoraba la dulzura y timidez de ella.

Miró su mano que escondía el regalo que le había hecho, un pequeño obsequio que sabía le haría ilusión, una bala vibratoria. Oh…. La de cosas que ella con esas dos palabras había provocado en él…

  • Como mi princesa desee… Vamos a probarlo.

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Poderoso Don Perdón, tercera parte

noviembre 19th, 2012 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Ideas eróticas, Relatos eróticos
Vale. Ella estaba enfadada. Tenía que seguir pensando eso y no en los labios de él en su espalda, las manos bajando por los costados y subiendo por su vientre hasta sus pechos. Éstos acunados entre sus manos y con ligeras presiones. No… Estaba enfadada porque… porque… ¿Por qué cuernos se había enfadado con él?

La risita de él la hizo mover la cabeza hacia el sonido.

  • Te has tensado… Intentas que no te afecte.
  • Estoy enfadada.
  • ¿Por? – Odiaba cuando no sabía lo que decir. No era capaz de acordarse, menos cuando estaba en esa situación. Ni siquiera tenía ya su ropa interior. Él se había encargado de ella con una de las tijeras de la cocina. Bueno, podía estar enfadada por eso mientras recordaba el enfado principal.
  • Perdón… – Un suave beso en la zona que la columna pierde su nombre. – Perdón… – Otro beso en una de sus nalgas. – Perdón… – La otra nalga, celosa de su hermana. Quería saber dónde recaería el siguiente beso, pero no llegaba.

En cambio solo obtuvo el movimiento detrás de ella y, de repente, un líquido cayendo desde los hombros, derramándose por su espalda, bañándola y el olor a vino y fresas impregnando el ambiente. Le hacía cosquillas ese líquido, pero éstas pronto se perdieron cuando la lengua de él empezó a lamerla.

  • ¿Me perdonas? – Preguntó cuando ya había lamido la mitad de la espalda. Ella, apenas pudiendo respirar uniformemente, y menos coordinar después de sufrir su ataque, se volvió a él.
  • ¿Un poquito más? – La sonrisa de él iluminó su rostro. Acercó sus labios a los de ella dejándola probar de su propia boca la pintura corporal que le había echado, su sabor mezclado con el sabor de su piel y la de él mismo.
  • Golosa…
  • Gánate el perdón. – Replicó ella empujando contra él para devolver esos labios a su lugar. Con ella.

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Poderoso Don Perdón, segunda parte

noviembre 9th, 2012 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Ideas eróticas, Relatos eróticos
Estaba desnuda de cintura para arriba, expuesta a la visión de él, bueno, lo que era su espalda, pues no se dignaba a darse la vuelta. Él la había vuelto a sujetar por las muñecas, que mantenía sobre la encimera. Estaba fría pero notaba cómo los dedos la acariciaban y eso la iba encendiendo lentamente… Maldecía a su cuerpo por excitarse a pesar del enfado que tenía. Lo había oído pedirle perdón varias veces mientras le besaba la nuca y viajaba hacia delante, la mordisqueaba y volvía a ir hacia atrás. Pero ni una vez había sucumbido. ¡Bien! Todavía tenía algo de dignidad.

  • No las muevas. – Dijo él sacándola de su ensoñación.
  • ¿Qué?
  • No las muevas. – Repitió con el mismo tono haciendo más presión a las manos sobre la encimera. Frunció el ceño, más al perder el calor del cuerpo de él. ¿Qué pretendía?

Pronto el frío metal en la muñeca la hizo volver la vista a las muñecas. ¿Esposas? Apenas tuvo tiempo para reaccionar cuando se encontró con las dos manos esposadas, la cadena de las esposas llevada hacia delante para colgarla de una de las anillas de los accesorios de cocina, y una funda lo bastante gruesa como para impedir que pudiera sacarlas fijada.

  • ¿Qué estás haciendo?
  • Pedirte perdón… – Contestó con altivez. ¿Pedir perdón medio desnuda, esposada y a merced de él?

Sintió las manos de él sobre la cinturilla de sus vaqueros, cómo esas manos pillas iban hacia delante acariciando por encima en la zona más íntima y prohibida en ese momento. Nunca antes la había excitado tanto el sonido de la cremallera bajándose lentamente, notando cómo se habría cada presilla. Y el botón, una vez suelto, la había dejado tan húmeda solo eso. ¿Eso era perdón? ¡Era una tortura!…

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Poderoso Don Perdón, primera parte

noviembre 7th, 2012 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Ideas eróticas, Relatos eróticos
Quería que fuera la zanahoria que estaba cortando en esos momentos… Que el cuchillo lo rebanara por semejante olvido. ¿Sería posible que los hombres fueran de esa forma? Por dios, solo quería que recordara una fecha especial, ¿tan difícil era? ¿Tan poco cerebro tenían que no podían recordar fechas?

El cuchillo caía sobre la zanahoria a despecho, con rotundidad y fuerza como si quisiera liberar la frustración de esa forma. Y mira, no estaba mal como terapia. Ahora solo tenía que pensar en él y aplicarle su cuchillo como si estuviera cercenándolo… ¿O sería mejor un látigo?

Unas manos aparecieron por detrás cogiéndola de las muñecas, sintiendo el cuerpo de él sobre el suyo, encerrándola. Intentando retorcerse, el agarre se volvió más severo mientras el cosquilleo del aire saliendo de los labios de él cerca del oído la obligaban a inclinar la cabeza.

  • Suelta el cuchillo, mujer..
  • Déjame en paz. – Siseó ella apretando más el cuchillo.
  • Por favor…. – Ese tono de voz… Miró con reojo a los ojos de él queriendo ver las intenciones, pero estaba cerrado herméticamente.

Sintió las manos de él subir por sus brazos, los hombros, la espalda. Siempre había envidiado esas manos que le provocaban tal reacción en su cuerpo que era imposible no obedecerle.

Al llegar al dobladillo del jersey, tiró hacia arriba de él, queriendo sacárselo. No tuvo más remedio que soltar el cuchillo, ese que nada más hacerlo desapareció quedando solo la zanahoria mal cortada. ¿Cómo había sido tan rápido?

  • Voy a conseguir tu perdón. – Sentenció él dejándole un beso en la nuca.
  • Lo dudo.
  • Ya verás…

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Incitándote

noviembre 7th, 2012 by Encarni Arcoya | No Comments | Filed in Ideas eróticas, Relatos eróticos

Una dulce tortura, eso es lo que era. La tenía delante suyo vestida solamente con un tanga de lazos y no podía acortar la distancia y desatar esos lazos de sus caderas para dejarla como él quería, piel con piel, notar el fuego y encenderla irremediablemente.

  • Mmm… Cariño, ¿qué piensas? – La dulce melodía de su voz le atormentaba aún más en su ya difícil situación.
  • Déjame acercarme… por favor.
  • ¿Para qué? – Las manos de ella tocaron su cuerpo desde sus pechos, bajando lentamente por los costados, el vientre, las caderas. Los lazos se movieron con el roce pero sin deshacerse y el sonido que exhala la boca de él conoce la frustración que siente su dueño.

La sonrisa de ella se incrementa y se acerca a su chico, a su pareja, a su hombre. Acaricia su piel lentamente, como si quisiera que él pensara que esas yemas de los dedos fueran las suyas, que dejan un camino encendido para que después la boca intente apagarlo con su frescura, o tal vez provocar que arda más… Y eso que no suele ser un pirómano pero con ella…

Se acerca a él rozándole con esa lencería  nueva que se ha comprado; cómo hubiera deseado haber ido estado con ella cuando lo compró, habérselo probado en ese momento y haber…. Tenía que acabar la tortura; tenía que hacerlo.

  • Amor, ¿y si ahora me voy a la cama y te dejo así? – El rostro de él perdió el color antes de que los labios de ella se fusionaran con los suyos en un agradable beso. No iba a dejarlo atado a la silla como estaba ¿verdad? … ¿VERDAD?

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