No se había podido resistir a ponerla en un aprieto y hacer que ella tuviera que estar incómoda en un lugar donde, se suponía, debía pasarlo bien. Pero era la presentación de su libro y ella estaba nerviosa...
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Técnicamente estaba ayudándola a que se tranquilizara, aunque por el rubor de su rostro no parecía más tranquila sino excitada, caliente.
Sabía él que no iba a aguantarlo, que estaría deseosa de tocarse o incluso de llegar al clímax con esas braguitas vibradoras que había encontrado. Lo mejor era que no podía quitárselas, lo tenía prohibido, y ya lo había intentado una vez, frustrada porque él entró en el baño y le hizo excitarse mucho más. Le encantaba ver a su chica de esa manera.
Se aproximó a ella susurrándole que debía controlarse o los demás se darían cuenta y entonces, enfadada, el recriminó lo que le pasaba. Tuvo que hacerlo, ella se lo había ganado. Metió la mano con cuidado entre sus piernas y apretó la vibración para que la sintiera mucho más.
Lo siguiente fue una exclamación fuerte que llamó la atención de los demás y que disimuló tosiendo y bebiendo agua mientras él le daba golpecitos en la espalda escondiendo su risa. Ya vería ella cuando estuvieran solos lo que esas braguitas podían hacer junto con su sexo. Iba a volverla loca una y otra vez. Y eso solo para volver a empezar, toda la noche, hasta saciarse de ella. La acarició en la nuca provocándole una descarga de sensaciones. Suya.
Relato erótico by Kayla Leiz (abril 2013)
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