Un Mar de Besos

Allí estaban, ambos envueltos en un mar de besos, fundidos en abrazos y caricias, con un grado de excitación muy elevado. Marina estaba húmeda, dispuesta y ansiosa por recibir el miembro de su amante. Sin saber muy bien cómo podía estar tan sumamente excitada, le suplicó a su pareja la penetración, cosa que tampoco solía pedir, pero aquel día le apetecía más que nunca.

Dan conocía muy bien a su mujer y sabía que ya estaba preparada, pero quería seguir disfrutando de ese juego de besos y caricias que él mismo había iniciado desde los carnosos labios de Marina. Ella le había respondido con un beso apasionado, envolviendo el cuerpo de Dan con sus piernas mientras sus lenguas luchaban por dominarse.

Tras aquel inicio, Dan había recorrido el cuerpo de su amante con su lengua y besos, lamiendo, mordisqueando y succionando con deseo y pasión. Se había detenido en dos puntos en los que Marina había intensificado su respiración y jadeos: el cuello y el dibujo del monte venus desde el ombligo pasando cerca de las ingles. Al ver cómo el cuerpo de Marina se estremecía al tocar ese triángulo, Dan pensó que sería un buen lugar para probar la pintura corporal. Con pulso firme, dibujó un corazón en la suave piel de ella y lo recorrió con su lengua mientras ella, entre gemidos, se arqueaba de placer.

El siguiente paso que Dan tenía en mente eran aquellos polvos mágicos que un amigo le había recomendado. Pensó que no había mejor momento para probarlos que aquel, decidido a llevar a Marina al éxtasis con besos y caricias que los hicieran vibrar de placer a ambos. Con un toque de excitación y ansia por probarlos, abrió el sobre y esparció una pizca de los polvos con sabor a fresa sobre los pezones de ella. Los besó con mimo, los succionó suavemente, sintiendo cómo la piel de Marina se erizaba con el cosquilleo que producían aquellos polvos de peta-zetas especiales para zonas íntimas. Aunque ella no sabía qué eran aquellos polvos, le pareció una maravillosa sensación que la hizo palpitar de placer.

Dan, consciente de la excitación de su mujer, bajó su mano derecha hacia la entrepierna de Marina, acariciando todo su cuerpo y notando la creciente excitación de su propio miembro al sentir la humedad de ella en su palma de la mano. Fue entonces cuando decidió poner un poquito de aquellos polvos en el ombligo, recogiéndolos con su lengua y estimulando con su boca y lengua chispeante el clítoris de Marina, llevando a la zona de estimulación la humedad que había recogido con su mano de la húmeda vulva de Marina. Entre círculos que rodeaban aquel creciente clítoris, suaves succiones y los carnosos y húmedos besos, Dan se dedicó a realizar un cunnilingus minucioso, queriendo llevar a Marina al éxtasis máximo, pero no lo conseguiría...

Marina no podía resistirse al placer que su marido le estaba proporcionando. Si continuaba así, alcanzaría el clímax, pero ella no quería que ese momento llegara aún. Así que agarró la cabeza de Dan y la llevó hacia su rostro, fundiendo sus bocas en un beso apasionado y aquella vez chispeante de sabor a fresa.

Fue entonces cuando Marina decidió tomar el control. Agarró los polvos y los esparció por el cuerpo de Dan, recogiéndolos con su lengua y dirigiéndose hacia su miembro palpitante y caliente. Con sumo cuidado, Marina estimuló con su lengua chispeante y húmeda el tronco del pene de su amante, prestando atención a su respiración y jadeos. La excitación de ambos estaba en su punto máximo.

Cuando Marina notó que Dan estaba tan excitado como ella, le susurró dulcemente al oído: "Me encantan tus besos, pero quiero sentirte dentro de mí". Dan respondió con otro apasionado beso y la levantó hasta que su vulva se encontró con su miembro hinchado y caliente. La penetración fue deslizante y suave gracias a la alta humedad de la vulva de Marina. Ambos se unieron en movimientos profundos y placenteros, acercándose cada vez más al clímax, sobre todo Marina que era quien en aquel momento marcaba el ritmo, la profundidad e intensidad. Cuando Dan notó que Marina ya estaba en su punto de no retorno, hizo una suave croqueta y se puso encima de ella, quedando abrazados y fundidos en un solo cuerpo cuando Marina rodeó a Dan con sus piernas, sintiendo su piel cálida y la palpitación de su miembro. Allí estaban nuevamente, como habían empezado, pero esta vez ambos se deleitaban en el éxtasis del momento, satisfechos y embriagados de placer.


Experiencias eróticas by Factor Mujer (abril 2023)


Preguntas de clientes

¿Tienes alguna duda sobre este artículo?

Haz tu pregunta

Opiniones de clientes

¿Qué opinas tú sobre este artículo?

Comparte tu opinión

Un Mar de Besos

También te puede interesar...

Más relatos y experiencias eróticas

Utilizamos cookies propias necesarias para el funcionamiento y cookies de terceros para fines analíticos. Para más información sobre las cookies y configurar tus preferencias, consulta nuestra Política de Cookies.