No podía evitar enrojecer al pensar en cómo estaba en ese momento. Completamente desnuda, los brazos sujetos con la barra de la cortina, ésta abierta dejando el cristal del balcón con la persiana levantada y el exterior…
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Cualquiera que mirara en esa dirección podría verla a ella, atada con esas correas que había comprado él para “jugar” con ella.
Al principio le había seguido el juego, pero ahora que estaba indefensa ante él no estaba tan segura y la valentía que antes tenía podía ahora sentirla esfumarse de su cuerpo. Él seguía con un traje puesto, sentado en una silla detrás de ella, como si la simple vista de ella ya le valiera. Podía verlo cuando giraba la cabeza hacia atrás y lo veía ahí, impasible, mirándola como si no pasara nada.
Pero de pronto su cuerpo se elevó, levantándose de la silla, acercándose con paso calmado a ella, tocándola tan leve que no sabía si de verdad había sido él. La presionó hacia el cristal haciendo que sus pechos sintieran el frío del mismo y ella gimiera ante el contraste. Pero no podía apartarse, el cuerpo de su pareja se lo prohibía, su miembro alojándose entre sus nalgas, tan excitado como nunca antes lo había notado. Estaba incómoda en esa situación, pero a la vez sentía un deseo irrefrenable de sentirlo más a él. Lo deseaba… ya… Se quejó por no poder hacer nada para cambiar las tornas y lo escuchó en su oído reír mientras la mordía en el lóbulo de la oreja y con sus manos la dirigía mientras se frotaba con ella. Iba a volverla loca, ese era su objetivo en ese momento, e iba a conseguirlo.
Relato erótico by Kayla Leiz (noviembre 2014)
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