Ahí estaba dispuesta por segunda vez, decidida a encontrar el placer que estaba buscando con el succionador. Recordé que me habían dicho que si localizaba el clítoris y dejaba el juguete en su lugar, notaría la estimulación. Así que, con los dedos temblorosos de anticipación, exploré mi vulva para encontrar el clítoris más accesible y húmedo esta segunda vez.
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Todo comenzó cuando mis amigas empezaron a hablar del succionador. Algunas contaban maravillas sobre él, mientras que otras decían no haber sentido nada o no haber llegado al orgasmo con su uso. Aquel día, despertaron mi curiosidad y decidí comprarme uno. Sin embargo, me daba mucho reparo entrar en un sexshop, con su aire de ocultismo y la incertidumbre de lo que me encontraría allí dentro. Así que busqué en internet y encontré una tienda que no solo tenía muchas opiniones positivas sobre la calidad de su atención, sino que también permitía ver todo el interior de la tienda. Para mi asombro, parecía más una perfumería o farmacia. Un día, después del trabajo, decidí acercarme a la tienda. Fue entonces cuando encontré un succionador que incorporaba un nuevo tipo de estimulación llamada pulsación. Además de la succión, me permitiría experimentar con la pulsación, que es muy parecida a la vibración, pero diseñada para uso externo. Era un juguete perfecto para jugar con mi novio, si resultaba que la experiencia del succionador no me gustaba, como habían comentado algunas de mis amigas.
En aquella tienda me habían explicado con todo detalle cómo usar el succionador y el pulsador, y cómo cargar y limpiar el juguete antes de su uso. Lo lavé cuidadosamente y, deseando probarlo lo antes posible, decidí cargarlo con el USB mientras trabajaba en mi ordenador. Sabía que debía ser discreta, pues compartía piso y no quería que nadie se enterara. Cerré la puerta de la habitación, puse a cargar el juguete y me dispuse a trabajar, quería repasar una presentación que tenía al día siguiente, pero a los pocos minutos, centré la vista en el juguete y no pude resistirme.
Sin quitarme la ropa, cogí el succionador y me dispuse, con mis dedos llenos de ansiedad y excitación a partes iguales, a localizar el clítoris. Creí haberlo encontrado y encendí el juguete al mínimo, tal y como me aconsejaron en la tienda. No usé lubricante esta vez, ya que era complicado hacerlo sin quitarme la ropa. Fui aumentando la intensidad poco a poco, pero no sentía la excitación que esperaba. Frustrada e incómoda por la postura, decidí activar el pulsador y estimularme por fuera. Enseguida, mi cuerpo respondió a los deliciosos golpecitos que me transmitía el juguete y noté la humedad en mis braguitas. Mi vagina ardía de deseo y anhelaba una estimulación interna. Fue entonces cuando me percaté que el juguete no estaba funcionando como me habían comentado en la tienda, ¡necesitaba penetración!. Intenté introducir el pulsador en mi vagina, pero me era imposible sin bajarme la ropa, y no quería arriesgarme a que alguna de mis compañeras de piso entrara en cualquier momento. Al sacar mi mano, estaba empapada de la excitación que la pulsación había provocado en mí, incluso con la ropa puesta. En ese momento decidí darle otra oportunidad al succionador.
Ahí estaba dispuesta por segunda vez, decidida a encontrar el placer que estaba buscando con el succionador. Recordé que me habían dicho que si localizaba el clítoris y dejaba el juguete en su lugar, notaría la estimulación. Así que, con los dedos temblorosos de anticipación, exploré mi vulva para encontrar el clítoris más accesible y húmedo esta segunda vez. Abrí los labios y, con cuidado, posicioné el succionador en el orificio, presionándolo contra mi cuerpo y encendiéndolo. Al principio, pensé que seguía sin funcionar, pero después de unos segundos, noté cómo la sangre fluía hacia mi clítoris y la excitación de mi vagina aumentaba con cada segundo. A medida que el placer crecía, aumenté la potencia de succión, y en unos instantes sentí una ola de éxtasis que recorría todo mi cuerpo desde donde tenía colocado el juguete. Me incorporé con fuerza, consciente de que el clímax estaba a punto de llegar, y subí otro punto la intensidad del succionador. Fue entonces cuando todo se volvió increíblemente intenso: mi vagina se tensó y experimenté uno de los orgasmos más intensos y satisfactorios que había tenido nunca. Temblé y sentí cómo mi clítoris palpitaba con la intensidad del placer, me encontraba inmersa en uno de los orgasmos más raros que había tenido nunca: ¡rápido, intenso y sin esfuerzo!. No pude evitar sonreír, sintiéndome increíblemente satisfecha y relajada después de esa experiencia.
Esa noche, mi novio vino a cenar a mi casa, después de la cena nos retiramos a mi habitación y le conté lo que había sentido y experimentado aquella tarde. Mientras se lo explicaba noté cómo su excitación crecía bajo sus pantalones. No pude resistirme y lo besé apasionadamente, susurrándole si quería probarlo. Él respondió con un beso apasionado en el cuello, una de mis zonas erógenas favoritas, sientiendo como mi piel se erizaba. Cogí el succionador y comencé a explicarle cómo se usaba y las diferentes formas en que podíamos experimentar juntos. Apenas pude terminar la explicación cuando lo tomó de mis manos y lo probó en su pene, por encima de la ropa. Su excitación era evidente y el bulto entre sus piernas había crecido, no pude evitar poner mis manos sobre su entrepierna y sentir el calor de su pene a través de sus pantalones. Sin darnos cuenta, terminamos desnudos bajo las sábanas y comenzamos a probar el juguete por turnos. Fue muy divertido.
Él había empezado a usar el succionador en su pene, así que ahora era mi turno. Decidí encender el pulsador y colocarlo en mis pezones, sintiendo cómo se endurecían instantáneamente. Mi excitación crecía con cada vibración del succionador,y podía sentir el calor de mi cuerpo extendiéndose hacia mi entrepierna. Mientras tanto, él se dispuso a saborear mi clítoris con un gel efecto calor, dándome la espalda y dejando su perineo al alcance de mi mano. Sin pensarlo, recogí un poco de gel con mi dedo y comencé a masajear suavemente las cercanías de su ano, mientras con la otra mano encendía la pulsación del juguete al mínimo y masajeaba su perineo y la base del pene. Su erección se hizo más potente y su excitación era palpable. Mi excitación iba en aumento gracias a su estimulación con lengua. De repente, cambió de postura y cogiéndose con la mano la base del pene, me dijo con una sonrisa pícara mientras tomaba el juguete: 'Si continúas por ahí, llegaré al clímax en poco tiempo'.
Ahora era su turno, quería probar el succionador en mi clítoris y así se dispuso a ello. Tal y como yo le había relatado, miró de localizar el clítoris ubicándolo dentro del orificio del supernova, enciéndelo al mínimo mientras acariciaba mi vulva con sus dedos, recorriendo los labios y deslizándolos suavemente hacia dentro, debido a mi humedad. Sentía lo mismo que cuando lo había probado sola pero esta vez era mucho más satisfactorio. La excitación era tan intensa que le pedí cambiar de posición. Y ahora era mi turno de nuevo. Me dispuse a estimular su pene con mi boca y deslicé un poco de gel con mi mano para saborearlo. Su respiración se intensificaba, en ese momento colocando la boquilla del succionador en su frenillo, haciéndolo bajar un poco mientras aumentaba la velocidad cuando me lo pedía. A los pocos segundos, susurró entre gemidos que no podía más y llegó al clímax, eyaculando en mi mano mientras sentía sus palpitaciones.
Tras acabar, me cogió el juguete y dejando su aliento, besos y lengua en mi cuello me susurró: "Ahora es mi turno". Me puso boca arriba y fue bajando con su lengua y la vibración del juguete, recorriendo toda mi erizada piel. Cuando llegó a las ingles, encendió la succión y de nuevo se dispuso a hacerme palpitar con el succionador y sus dedos acariciando mi vulva. Pero esta vez, cuando vió que mis gemidos iban en aumento, lo retiró y encendió el pulsador. Hizo un cambio, puso su lengua en mi clítoris erecto mientras pasaba el pulsador por el exterior de mi vulva. Poco a poco, con el vaivén del juguete, penetró un poco en mi vagina. Tenía el juguete apuntando hacia arriba y la sensación del pulsador dentro, unido a su lengua rodeando en círculos mi clítoris, hizo que en cuestión de segundos volviera a estar inmersa en un placer indescriptible que nunca había sentido antes. Esta vez el orgasmo fue muy intenso y más parecido a lo que estaba acostumbrada. Estaba cansada y satisfecha.
Tras mi primera experiencia llegué a la conclusión que el juguete había ido genial tanto en solitario como en pareja, cosas distintas pero no por ello menos placenteras. El succionador, para mi, había sido un torbellino de placer rápido y sencillo. Perfecto para liberar tensiones o para los días en los que estuviera cansada. En pareja, había sido una forma de juego distinta, que puede ser de gran ayuda y fuente de placer mutuo.
Experiencias eróticas by Factor Mujer (abril 2023)
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