Ella le había propuesto un reto, y él otro. Así habían acabado los dos en semejante situación. Y es que muchas veces era mejor tener la boca cerrada y, en esa ocasión, había sido una.
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Ella debía llevar algo especial en su cuerpo para estimular uno de sus puntos erógenos como era el clítoris, y lo que se le había ocurrido a su pareja era usar un vibrador especial como el We Vibe para hacerlo pues lo había predispuesto como una braguita de mariposa vibradora. Lo peor era que tenía que llevarlo encendido varias horas y no estaba segura de aguantar más de 10 minutos con ello por lo fuerte que era.
Y después estaba él, que tenía que llevar un anillo vibrador encendido y tener una erección en el tiempo. Ni siquiera podía abrocharse bien los pantalones con ello y eso hacía que tuviera que estar con ellos desabrochados o bien con otro tipo de pantalones. Menos mal que no iban a salir ese día.
Tenía dificultades para mantenerse alejado de ella, la buscaba con la mirada y, cada vez que lo hacía, pensaba en lo mojada que estaría y lo que podría pasar si la tocaba, lo cual hacía mellas en su propia excitación porque la persona que venciera sería la que no se corriera, la que aguantara en todo momento con esos juguetes eróticos que tantas horas de diversión les estaban dando.
Pero, o hacía algo, o al final él perdería y no le gustaba nada perder. Así que, por eso, se acercó a ella y empezó a besarla llevándola hasta la pared y encerrándola con su cuerpo mientras bajaba la mano y...
La mano de él navegó por encima de la braguita apoyando la palma y haciendo que no pudiera concentrarse en mantener su orgasmo. Eso era hacer trampa y no quería que fuera así pero acababa de incumplir una norma y quería decir que también ella podía hacer lo mismo. Por eso su mano fue hasta los pantalones y abrazó su pene sobre los mismos pantalones presionando de vez en cuando para excitarlo más.
- Tramposa. - Susurró él besándole el cuello.
- Tramposo. - Se quejó ella mordiéndole en el hombro. - Tram...
- Quien se corra antes perderá, lo sabes. - Le dijo presionándose contra la pinza vibradora que estaba moviéndose a máxima velocidad.
Ella trató de separarse pero él la agarró de la cintura para impedírselo. Iba a ser tan fácil... Pero no contó con que su fierecilla también tenía un as en la manga y metió su mano entre el pantalón para acariciar el glande y excitarlo aún más. Cuando quiso alejarlo ella lo cogió y siguió jugando con él en la punta, acariciándolo, moviendo la mano de derecha a izquierda, con su pulgar en su agujerito. Empezaba a mojarse demasiado, a estar ya demasiado excitado como para aguantar.
Por eso aumentó la rapidez moviendo el vibrador para que alcanzara ese punto que tanto le gustaba y que quería la catapultara a ella antes que a él. Pero a ambos le sobrevino el clímax y no pudieron retrasarlo más.
Abrazados los dos, con las piernas temblorosas y manchados de sus propios flujos, se miraron felices y dijeron al mismo tiempo:
- Has perdido.
Relato erótico by Kayla Leiz (abril 2013)
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