Se la había puesto adrede para estimularla, para hacerla desear más de él y envolverla con esa seducción. La corbata lazo había sido un acierto como lo había sido leer esa trilogía erótica que tanto le hacía experimentar ahora.
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Cada vez que él se ponía la corbata sabía que ella se excitaba y se volvía más lanzada, más sensual para provocarle y que la tomara en ese momento. Y ahora, en una discoteca como estaban, era normal pensar en hacerle mil y una cosas con cientos de ojos pudiendo verlos.
La rodeó por detrás de la cintura cogiéndole las manos y atándoselas en la espalda. Dejó que esas manos le rozaran su pene y esbozó una sonrisa al bajar la cremallera y sacarlo allí mismo para masturbarse en las manos de ella mientras los demás no miraban. Empujaba con ritmo, rápido, una liberación para después estar listo de nuevo.
Mientras, ella se retorcía, sus piernas se frotaban la una con la otra intentando aliviarse. Fue cuando él rozó sus piernas abriéndolas para que no pudiera hacerlo y dejarlo para otro momento especial para su placer. Ahora... Ahora esa su turno y las manos cálidas de ella se sentían tan bien que era incapaz de parar, cada vez más rápido, su respiración descontrolada y, de no ser por la música, hubieran escuchado el gruñido de él mientras esas manos albergaban lo que acababa de expulsar.
Cogió un pañuelo y la ayudó a limpiarse mientras recuperaba su corbata y subía la cremallera.
Ella se dio la vuelta deseosa pero sin decir nada, solo fija en la corbata manchada con el semen de él. Éste se acercó a ella para que lo oyera:
Relato erótico by Kayla Leiz (enero 2013)
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