Tenía en las manos esas bolitas plaisir que había adquirido en una sexshop del barrio pero, la valentía que había tenido a la hora de comprarlas, no era ahora lo que su cuerpo tenía. Sentada encima de la cama las contemplaba...
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...como si fueran un demonio al que le iban a salir alas e introducirse en ella. ¿Dolería? ¿Molestarían? ¿Darían placer? Todas esas eran preguntas que se estaba haciendo y que no sabía cómo acabaría todo.
Así, había acabado mirándolas con mala cara y no se dio cuenta de que él llegó.
Él, que la había visto sentada en la cama mirando fijamente unas bolas chinas como si fueran a cobrar vida por arte de magia. ¿Qué le pasaba a su chica? Una sonrisa atravesó su rostro y se quitó la corbata que llevaba sacándose los zapatos para acercarse a ella.
La tocó en el hombro y se sorprendió que no se asustara, como si hubiera estado allí todo el tiempo. La instó a tumbarse y le sacó la ropa interior acariciándola, besándola, haciendo que empezara a mojarse y estuviera preparada para algo así. Solo entonces cogió las bolas chinas que había y las mojó con sus jugos lubricándolas bien, probando con sus dedos el lugar donde iba a estar éstas.
Y entonces... Empujó una de las bolas en su interior, con cuidado, mientras ella se arqueaba ante tan penetración ofreciéndole sus pechos para ser besados y adorados. La empujó con firmeza dejándola que descansara antes de introducir la siguiente bola, algo más complicada, pero también placentera.
Se permitió el lujo de acariciar con sus dedos las bolas desde su interior y pudo ver el éxtasis de ella, tan cerca por la sorpresa, que le pareció tendrían que repetir de nuevo. Porque él... quería más de ella.
Relato erótico by Kayla Leiz (abril 2013)
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