La libido y las ganas de ella aumentan - Retribución (II)

Como todo un caballero, se levantó de su asiento y fue hacia ella para tomarla entre sus brazos y, rodeándola, poder captar en su cuerpo las curvas de ella tan poderosas para su hombría que, tan cerca como estaba, ya se despertaban sus bajos instintos.

Se apartó antes de montar un escándalo y la condujo hasta la mesa donde se afanó por sentarla suavemente y se deleitó del olor de su cuello durante más tiempo del normal esperando parar el tiempo en ese momento.

Llevaba su perfume especial, un perfume afrodisiaco que le había regalado hacía unos meses con el cual hacía que su libido y las ganas por ella aumentaran más cada vez que el tiempo pasaba juntos. Por eso gruñó al saber que su mujer se lo estaba poniendo difícil.

Ella sonrió y lo miró con esa picardía en sus ojos que adivinaba a saber lo que él pensaba. Le devolvió la sonrisa pensando en lo que él también tenía para ella y pasó por la mesa acariciándole el brazo hasta llegar a sus dedos antes de sentarse en su silla, justo frente a ella.

Respingó de pronto en la silla al notar el pie de ella escalando por su pierna, sin el zapato, pero aun así atrevido hacia un lugar interno entre medias de las piernas.

¿Cariño? - Inquirió él levantando una ceja.

Ella solo rió bajito antes de seguir su curso por ese lugar provocando que él tuviera que moverse inquieto en la silla.

¿Qué pasa? - Preguntó inocente. Era una loba con piel de cordero en ese momento.